El año nuevo trajo consigo el inicio del mandato de los 3 intendentes de la provincia. Con una particularidad: todos ellos acumulan al menos 4 años de experiencia al frente de sus ciudades, con dispares realidades.

Son 4 años de acumulación de experiencias, de las positivas y de las no tanto. Y lo que se volvió inmediatamente perceptible fue la forma en que cada uno de los intendentes fueguinos ha decidido encarar este nuevo período al frente de sus ciudades.

Si para muestra basta con un botón, podría decirse que, en términos políticos, un mes alcanza para saber si habrá sorpresas o si, por el contrario, la abulia será la norma en un año marcado por las particularidades que le imprimirá la política nacional y su ajetreada agenda, con consecuencias imprevisibles para Tierra del Fuego y sus ciudades.

» Con plafón

En Río Grande, Martín Perez inició su segundo mandato consecutivo. Lo hizo con el plafón que le otorgó un excelente resultado electoral que, a juzgar por el vertiginoso devenir del país, parece haber quedado muy lejos en el calendario

Sin embargo, Perez goza de la buena salud política que le otorga una gestión ordenada en material financiera, sin sobresaltos sociales -al menos por ahora- y con el crédito que le concedió haber concretado obras estratégicas que redefinieron la forma de pensar la ciudad y su futuro.

Asimismo, el intendente confirmó en varias oportunidades que, ante el cese de la obra pública a partir de la asunción de Javier Milei, el Ejecutivo cuenta con recursos suficientes para concluir varias de las obras que ya estaban en ejecución y otras tantas que estaban a punto de iniciarse antes del cierre de 2023.

Readaptado a la nueva realidad que el contexto nacional ofrece, el intendente riograndense apuesta fuerte a sostener la obra pública. Entre tanta incertidumbre, Perez ofrece una certeza a la sociedad al ratificar el rumbo.

En términos políticos, son varios los frentes que presentan un desafío para el mandatario. Por un lado, resta por saber hasta qué punto la relación con el gobernador Gustavo Melella se mantendrá sólida. Es que el intendente ya hizo saber qué no está del todo de acuerdo con la reforma constitucional, más aún cuando están en juego los recursos de la ciudad.

Nadie lo admite, pero es un secreto a voces: la reforma de la Carta Magna provincial pondrá en discusión los roles de cada ciudad y, por sobre todas las cosas, el dinero que reciben para hacerle frente a demandas cotidianas que el Gobierno provincial ve pasar por el costado.

En ese contexto, también será fundamental ver cómo se desenvuelve con sus pares. Afianzada la relación con Daniel Harrington, ambas ciudades buscan entrelazar acciones de gestión y sustentar un discurso en común, centrado en los logros inmediatos y en la contención social como eslabón fundamental de una cadena que, al menos por ahora, se exhibe pétrea.

Diametralmente opuesta es el vínculo con el intendente de Ushuaia, Walter Vuoto. Sin diálogo y distanciados hace mucho tiempo, Perez guarda las formas y obvia criticar a su par. No le hace falta. El riograndense se distingue de Vuoto porque es, justamente, todo lo contrario: lo que de un lado es desmesura, desenfreno y verborragia, al norte del Paso Garibaldi es mesura, discreción y moderación.

Perez entendió como pocos que la parafernalia partidaria y la obsesión con la liturgia y los gestos sectarios no ayudan a cimentar su imagen ante la sociedad. Es que el intendente de Río Grande comprendió rápidamente que ya no representa a un sector determinado de la sociedad, sino que, su labor ahora es contener a todos los ciudadanos, sean afines o no a su pensamiento político.

Sin dudas será, en este segundo mandato, un auténtico desafío la relación con los concejales. Ya no está Raúl von der Thusen en el Parlamento local que le garantizaba sosiego legislativo. Por el contrario, parece sobrevenir tiempos muchos más agitados, con ediles de posiciones más radicalizadas y dispuestos a ganarse a como dé lugar sus cinco minutos de fama política.

» El as bajo la manga

Para el intendente de Tolhuin, Daniel Harrington, este segundo mandato consecutivo supone la consolidación de un cambio que ya se percibe en la localidad mediterránea. Quedó de manifiesto en el acto de su asunción y la jura de los ediles, que en otras épocas estaba plagado de chicanas y agravios desde el escenario e insultos y abucheos desde las tribunas.

Algo cambió en Tolhuin y, sin lugar a dudas, Harrington es artífice de ese nuevo aire que se respira en la ciudad. Si bien la relación con los concejales atravesó momentos turbulentos, lejos en el tiempo parece haber quedado aquellas épocas donde los ediles dividían arteramente la actividad parlamentaria y hasta fragmentaban las sesiones, dependiendo de las afinidades y -más aún- de las conveniencias propias sin importar demasiado el bien común.

Harrington cuenta con un plus en formato de ley. Se debe a una norma que logró aprobar en la Legislatura antes de asumir por primera vez al frente de la ciudad y que resultó ser una pieza fundamental del despegue de la localidad.

Se trata de la Ley 1.300, una partida presupuestaria que llega desde el Gobierno provincial con afectación específica para ejecutar obras en Tolhuin. Con esa herramienta, el intendente logró concretar obras tristemente prometidas durante años sin resultados concretos.

Ese as bajo la manga se convirtió en una herramienta de gestión fundamental para una ciudad donde todo está por hacerse. Con esos mismos recursos, Tolhuin se garantiza otros cuatro años de avances, aunque igualmente condicionados por el contexto nacional tal como ocurre con las demás ciudades de la provincia.

Y para mostrar como espera que se desarrolle el 2024, Harrington ya puso sobre el paño sus primeras cartas. La decisión de acudir a la Justicia para recuperar el predio de las Termas de Río Valdez, dan muestra de ello.

Se trata de una demanda largamente postergada por los 'patrones de estancia' que comandaron los destinos de Tolhuin que -en connivencia con quienes debían administrar ese complejo y no lo hicieron de la forma debida- infringieron a la ciudad un daño incalculable.

El propio Harrington se puso a la cabeza del reclamo que, de prosperar, significará un hito trascendental para una localidad que requiere a todas luces más herramientas para desarrollarse, tanto desde el ámbito productivo tradicional como desde el turismo, una herramienta que puede sumarse altos recursos a la ciudad.

Al igual que a su par de Río Grande, a Harrington le espera un Concejo Deliberante combativo. Varios de los ediles que acumulan sendos mandatos consecutivos tienen aspiraciones de ocupar el sillón del intendente y sin dudas, harán valer su peso específico en el debate normativo.

» Errático e impredecible

Walter Vuoto ya afronta su tercer período consecutivo al frente de la capital fueguina. Lo logró tras reformar la Carta Orgánica. El camino desde esa instancia hasta el momento de la asunción, a mediados de diciembre, estuvo plagado de polémicas y desaciertos a todo nivel.

La gota que rebalsó el vaso fue su vinculación con el fatal desenlace de la vida del senador Matías Rodríguez. Más allá de las implicancias personales -que no vienen al caso- el descrédito al que se vio sometido Vuoto por su propia torpeza, no tiene parangón en la política fueguina.

Vuoto arrancó sus primeros días del tercer mandato como el intendente del país con la imagen negativa más alta, según un sondeo de CB Consultora. Pero lo alarmante no se termina ahí: entre diciembre de 2022 y el mismo mes de 2023, el rechazo social hacia su figura creció un 13 %.

Para demostrar que siempre puede sorprender -para mal- el intendente decidió partir de vacaciones hacia Entre Ríos, su lugar en el mundo, por 30 días. Lo hizo a pesar de no contar con la autorización legislativa que plantea la Carta Orgánica municipal en su artículo 157 para ausencias mayores de 10 días de la ciudad, tal como informó el sitio web GPS sin Dial.

Quedó claro que a Vuoto no le importó la situación en la que está sumida el país y la incertidumbre que ello genera en toda la provincia y, especialmente, en la capital de Tierra del Fuego. No pudo ni quiso seguir el ejemplo de sus pares que permanecen en la provincia y que siguen de cerca los vaivenes emocionales que provocan en la sociedad las medidas que impulsa Javier Milei.

Nadie sabe qué piensa ni qué pretende para su tercer mandato al hilo. Errático como siempre y más recluido en su órbita palaciega que nunca, el intendente de Ushuaia sigue a la distancia las desavenencias de una ciudad que clama por una conducción más previsible y, por sobre todas las cosas, menos volátil.

El mejor ejemplo del rumbo disgregado de su gestión es la reciente polémica en torno a la tecnología 5G. Una ordenanza aprobada por el Concejo Deliberante terminó siendo promulgada de hecho, es decir, se hizo efectiva porque nadie en el gabinete de Vuoto se percató de la misma.

El rechazo de algunos sectores políticos y sociales bastó para que, rápido de reflejos, el concejal oficialista Nicolás Pelloli saliera a poner la cara en nombre de la gestión y avisara que prontamente se iba a trabajar en la baja definitiva de la norma para 'no retrasar' el desarrollo de la tecnología 5G en la ciudad. Nadie en la desgastada y poco funcional mega estructura de su gestión, se percató del papelón.

Vuoto está aislado. No tiene relación con el gobernador Gustavo Melella y el dialogo con sus pares es casi nulo. Ni siquiera sabe a con cereza cómo le va a responder un Concejo Deliberante que comanda con mayoría automática pero que, en los primeros días de gestión, no le pudo garantizar la aprobación de la polémica 'eco tasa' para el turismo.

En las antípodas del Gobierno nacional, le espera a su mandato y por consiguiente a Ushuaia, cuatro años muy duros. A juzgar por el primer mes de su tercer período como intendente, la impericia parece estar garantizada.